Desde tiempos muy remotos, el ser humano siempre ha intentado darse una explicación acerca de los que pasa a su alrededor, fenómenos naturales y sociales. Somos un ser sumamente curioso. Siempre que algo nos interesa, queremos saber más y más de ella y nunca estamos satisfechos, sentimos que siempre podemos saber más de dicha cosa. Esto es exactamente por eso, porque “nos interesa”, nos importa, porque lo que no nos importa nos puede parecer indiferente e innecesario, incluso podríamos llegar a decir que lo sabemos todo de ello, simplemente para no tener que profundizar en el tema y olvidarlo.
En algunas ocasiones había llegado a notar que siempre que algo me llamaba la atención, intentaba averiguar cosas de ello y, cuando alguien me preguntaba si sabía del tema, a pesar de llevar meses o años averiguando de él, solía contestar que un poco, que casi nada. No fue hasta “Por qué Filosofía” que noté que esto era completamente verdadero, un fenómeno que le pasaba a todo mundo.
Comencé a preguntarme la razón de esto, ¿por qué habríamos de sentir que no sabemos de algo, cuando en realidad le hemos dedicado mucho a tiempo comprenderlo? Quería darme un explicación propia, no sólo quedarme con lo que decía un libro, quería entenderlo por mí misma.
Cuando algo nos gusta, queremos adentrarnos en ello y tenerlo presente. Esto no sólo aplica con temas intelectuales. Por ejemplo, un atleta, digamos que un niño acaba de descubrir el amor hacia el baseball. El niño practica todos los días, se aprende las reglas, los equipos, los jugadores e incluso investiga un poco acerca de la historia del deporte. Con forme va creciendo, su habilidad para jugar va en aumento y descubre que es sumamente talentoso. Tiene éxito en el baseball y logra entrar en su equipo favorito. Él siempre va a sentir que puede mejorar, que no ha llegado a su máximo potencial y que puede dar más. Incluso cuando ya no pueda jugar, va a buscar la manera de que el baseball siga siendo parte de su vida. Cuando algo te gusta de verdad, no quieres hartarte de ello, quieres que sea parte de tu vida.
Este “fenómeno” puede darse por muchas razones, no pretendo poder entenderlas todas ni saber cada una de ellas, cada persona puede darle un sentido diferente, y yo, después de mucho pensarlo, he llegado a mi propia conclusión.
Cuando sientes un verdadero apego hacia algo, todo lo que sabes y de él siempre te parecerá insuficiente, siempre tendrás la esperanza de que haya algo detrás, que nunca se acabe lo que puedes saber de algo. Podría decir, en pocas palabras, que se busca que algo sea infinito. No me refiero a la cantidad, si no que todo lo que representa eso que nos atrae sea infinito, que siempre podamos sorprendernos descubriendo algo más y regocijarnos con lo aprendido. Podemos agradecerle a esta “infinidad” el progreso del día día. La esperanza de esta infinidad, hace que siempre se busque mejorar, ya sea en la ciencia, tecnología, literatura y demás.
Puedo terminar diciendo que espero que esta “hambre” de conocimiento hacia lo que amamos y queremos nunca acabe, que siempre encontremos algo nuevo en nuestro día a día. Si algo nos gusta, estamos creando una infinidad.
Isabel González Ludlow
Y entonces nos preguntamos por qué queremos saber, ¿hay un sentido para hacerlo? y quizá la respuesta es afirmativa. Conocemos para seguir conociendo, qué buena analogía la tuya con lo del infinito. Excelente argumentación y claridad, continúa así.
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