Volviendo a nuestras raíces.
En las últimas dos semanas hemos tocado temas que han
sido discutidos por miles de años sin llegar a una conclusión. El hecho de que
no tengan una respuesta no significa que no nos hayan sido útiles para llegar a
donde estamos. A pesar de vivir dos mil seiscientos años después que
Anaximandro, seguimos diciendo que el mundo es redondo, que el sol es de fuego,
que la luna no tiene luz propia. No vivimos antes de Cristo y seguimos pensando
que los objetos tienen un alma y que el origen de las cosas es incierto. La
similitud en la temática de los temas que los filósofos naturalistas tocaban me
ha llevado a reflexionar sobre la importancia de la filosofía en mi desarrollo
como persona.
Heráclito dijo que la única sabiduría era
conocer la mente, se dio cuenta de que “todo fluye como un río”. Anaxímenes
estudió el alma en relación con el mundo y le dio importancia al medio ambiente
y a todo lo que nos rodea. Los sofistas enseñaron a Sócrates a ver el mundo con
una mente crítica, a cuestionar las cosas y estudiar el bien y el mal. El dijo
que “No hay gente mala, solo gente ignorante” y dedico su vida a dar la verdad
a la luz. Platón cuestiono la ética en la vida diaria y le dio tanta
importancia al estado físico como al mental. Todos estos filósofos tienen en
común la búsqueda de la construcción del ser y el desarrollo de la mente para
alimentar al ánima. Viviendo más de dos mil años después en tiempos totalmente
diferentes, seguimos enfrentándonos con las mismas cuestiones y pareciera que
por cada paso que avanzamos retrocedemos dos. Me he dado cuenta que Socrates no
nació sabiendo que iba a ser un filósofo que pasaría a la historia, ni que
Aristoteles decidió recolectar todo el conocimiento lo que sus antepasados
habían cuestionado de un día a otro. Las preguntas de cada filósofo eran
diferentes pero sin embargo todos ellos tenían un amor por la sabiduría y veían
más allá de las cosas. Como jóvenes del siglo XXI no somos gente mala ni
ignorante, solamente necesitamos encontrar un Sócrates que nos saque de la
ignorancia que la sociedad nos ha implantado.
Álvaro Migoya
Y vivimos en una época distinta en la que ya no creemos en profetas y sujetos iluminados como Sócrates. He ahí un problema. ¿Qué hacer? Continuar en la existencia de la mejor manera que se nos presente.
ResponderEliminarLas cuestiones que numeras y el apunte que haces sobre la similitud en nuestros días me dejan pensando: cuantas cosas han pasado los hombres.
Yo creo que más que ignorantes, nuestra cultura ya valora otras cosas. Puede que si este mal y los valores que tenemos hoy en día para cierta gente pueden parecer malos, pero creo la sociedad no nos ha implantado ignorancia.
ResponderEliminarAparte de eso, me gustó mucho tu escrito!
Me gusto! Sin embargo yo también concuerdo con Ane en su reflexión de que nuestra cultura valora otras cosas. Creo que no se puede calificar si nuestra época es mejor o peor que otras (aunque no lo hayas escrito explicitamente), es simplemente diferente. Sin embargo, esto no es motivo para dejar de luchar por nuestros ideales, por lo que nosotros creemos, pues solo así podemos cambiar las cosas con las que no estamos de acuerdo en nuestro mundo
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