La escuela de Atenas

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domingo, 28 de septiembre de 2014

“El taxi”
Diego Arámburu
            Es viernes y se huele en el aire. Otra noche más en la que millones de personas impulsadas por el deseo de salir de la rutina, aunque sea  por unas cuantas horas, tomaran un taxi. Bueno talvez no sea un taxi, tal vez sea la camionetita que mami y papi le ponen a disposición al junior, o tal vez el metro, camión, tal vez algún brother se convirtió en el conductor resignadodesignadode la noche o simplemente te diriges a tu destino a pata. Tú eres, fuiste y serás una de estas.
¿Qué tienen en común todas estas? La respuesta es simple, sin importar el medio de transporte la persona se dirige a su destino con la misma sensación de urgencia que le provoca el llegar a su destino. Este recorrido lo hará sumergido en un mar de especulaciones sobre lo que le depara la noche. Se hará mil preguntas y se planteara interminables escenarios de lo que el espera será una noche más para recordar.
Pero porque no simplemente olvidar por un momento nuestro destino y disfrutar del momento. Disfrutar del viaje. Escuchar una excelente lección de vida patrocinada por el taxista. Sacarle plática a ese chofer que cada viernes te lleva y del cual no conoces más que su nombre y celular. Disfrutar de la ciudad que te rodea, apreciar el tan espectacular relieve urbano. O tan sencillo como observar el tan complejo y extraño comportamiento humano, en todos esos desconocidos  que comparten contigo el mismo vagón del metro.
¿Por qué digo esto? Porque muy seguido estamos tan enfocados en el destino que olvidamos disfrutar del camino. Y al final nos damos cuenta que el camino es a veces mejor que la satisfacción de estar en el destino. La noche del viernes es simplemente un ejemplo, nos  encontramos con el mismo problema en variadas situaciones.
Por eso te invito a que la siguiente vez que te encuentres peregrinando en uno de las interminables travesías que nos presenta la vida. Te olvides del tan deseado destino y disfrutes del camino.


1 comentario:

  1. Detrás de tu propuesta me parece que hay una especie de pretensión moderna que describes al buscar al destino, en otro extremo está la salida de los viernes en la que no esperas nada y sabes que no será la noche de tu vida. Parece un singular y curioso punto medio lo que propones.Bien Diego, interesante reflexión.
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