“El taxi”
Es
viernes y se huele en el aire. Otra noche más en la que millones de personas
impulsadas por el deseo de salir de la rutina, aunque sea por unas cuantas horas, tomaran un taxi.
Bueno talvez no sea un taxi, tal vez sea la camionetita que mami y papi le ponen
a disposición al junior, o tal vez el metro, camión, tal vez algún brother se
convirtió en el conductor resignadodesignadode la noche o simplemente te diriges a tu
destino a pata. Tú eres, fuiste y serás una de estas.
¿Qué tienen en común todas
estas? La respuesta es simple, sin importar el medio de transporte la persona
se dirige a su destino con la misma sensación de urgencia que le provoca el
llegar a su destino. Este recorrido lo hará sumergido en un mar de
especulaciones sobre lo que le depara la noche. Se hará mil preguntas y se
planteara interminables escenarios de lo que el espera será una noche más para
recordar.
Pero porque no simplemente
olvidar por un momento nuestro destino y disfrutar del momento. Disfrutar del
viaje. Escuchar una excelente lección de vida patrocinada por el taxista.
Sacarle plática a ese chofer que cada viernes te lleva y del cual no conoces
más que su nombre y celular. Disfrutar de la ciudad que te rodea, apreciar el
tan espectacular relieve urbano. O tan sencillo como observar el tan complejo y
extraño comportamiento humano, en todos esos desconocidos que comparten contigo el mismo vagón del
metro.
¿Por qué digo esto? Porque
muy seguido estamos tan enfocados en el destino que olvidamos disfrutar del
camino. Y al final nos damos cuenta que el camino es a veces mejor que la
satisfacción de estar en el destino. La noche del viernes es simplemente un
ejemplo, nos encontramos con el mismo
problema en variadas situaciones.
Por eso te invito a que la
siguiente vez que te encuentres peregrinando en uno de las interminables
travesías que nos presenta la vida. Te olvides del tan deseado destino y
disfrutes del camino.
Detrás de tu propuesta me parece que hay una especie de pretensión moderna que describes al buscar al destino, en otro extremo está la salida de los viernes en la que no esperas nada y sabes que no será la noche de tu vida. Parece un singular y curioso punto medio lo que propones.Bien Diego, interesante reflexión.
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