Durante las últimas semanas en los medios de comunicación ha sido recurrente el tema de Ayotzinapa. Este acontecimiento ha causado dolor, incertidumbre e indignación pero sobre todo, conciencia. Los ciudadanos de todo el país han expresado a través de marchas y manifestaciones que están hartos de las acciones del gobierno.

Estas marchas reflejan un país harto de la violencia, de la incertidumbre y la injusticia. ¿Cómo es posible que las corporaciones policíacas, en lugar de proteger a los ciudadanos y asegurar que se cumplan las leyes, sean las causantes de que tantas familias pierdan a sus seres queridos? ¿En qué momento dejamos de poder confiar en las autoridades? La impunidad en este país es algo preocupante; miles de personas son víctimas de violaciones a sus derechos humanos y nadie responde por ello. Si en verdad la delincuencia viene desde las estructuras del poder político, es lógico que un país sea tan corrupto, sin embargo me parece increíble que en esta época con medios de comunicación masiva sea posible que el gobierno le oculte acontecimientos a la población y que alguien se salga con la suya después de afectar la vida de una persona. Por estas razones estamos viendo a un país enojado con las autoridades, por la injusticia y la desigualdad.

Estos eventos han movilizado al país de una forma impresionante, tomando una fuerza que no había estado presente en mucho tiempo. Por esto creo que la sociedad tiene un gran potencial para lograr un cambio en el país, siempre y cuando esta solidaridad sea expresada de la manera correcta y no con más violencia. No pierdo la esperanza de que haya personas que puedan provocar un cambio en el país, sin embargo creo que esta generación está tan acostumbrada a la corrupción que será muy difícil salir de ella, por lo que el verdadero cambio radica en generaciones como la nuestra, hartas de ver cómo la violencia se ha convertido en algo cotidiano.

Ana Sofía González