Modernidad

Vivimos en una época de información, una época de comunicación instantánea, una época en la que en teoría todos tenemos acceso a todos, la época de la globalización. Sin embargo muchas veces se nos olvida preguntarnos ¿Cómo es que llegamos aquí? La revolución industrial…

La revolución industrial, en mi opinión, es el suceso más importante de la historia. La paradoja que se presenta me parece fascinante. Desde la separación de clases hasta el calentamiento global, parece ser que hemos cavado nuestra propia tumba. Hemos avanzado un paso pero no nos hemos dado cuenta que retrocedimos dos. La cultura consumista de la época de la modernidad nos ha alejado de la naturaleza humana y nos ha alejado del “superhombre” del que Nietzsche habló.  

La búsqueda de la eficiencia para la maximización de recursos es la clave de la revolución industrial. Con el empleo de esta mentalidad en nuestra forma de vida se volvieron más comunes dos características en el ser humano: la codicia y la avidez.  En un mundo en el que las escuelas están formadas con modelos de fabricas, donde los niños son introducidos a la cultura consumista y se les deja sin salida desde una temprana edad, la gente se queda cegada por los lujos del consumismo e intentamos conformarnos con ellos, sin embargo el punto de la cultura consumista es la infinidad del siclo de inconformidad en el que se vive, por lo que pasamos nuestras vidas enteras persiguiendo dinero para comprar cosas que queremos, sabiendo que hay algo más que comprar después de esto.  Sin más que decir, el caer en la cultura consumista nos ha vuelto parte de la clase del ocio y nos hemos alejado de las ideas Nitzscheanas del superhombre o de las culturas orientales de las que Schopenhauer hablo. La época de la modernidad nos ha facilitado el acceso a muchas comodidades, sin embargo el acceso a éstas no ha hecho más que hacer las cosas más difíciles para muchos. Es por esto que me parecen fascinantes las teorías pesimistas existencialistas de los filósofos de la modernidad y no puedo hacer más que compartirlas con ellos.

Álvaro Migoya