Preguntarnos qué pasa después de la vida es casi una condición humana, además de ser un punto de partida para grandes conversaciones. A poco no es divertidísimo escuchar las múltiples opiniones sobre la muerte e ir viendo cómo se va elevando el tono, la inquietud y la tensión de todos los que la comentan. Creo que si la muerte fuera una persona, estaría muy orgullosa de todas la dudas que despierta en las pláticas serias, casuales, escolares y familiares.
En fin, hoy no me gustaría tocar el tema de la muerte en relación con el alma, reencarnación, religión o cualquier otra cosa mística que probablemente está pasando por tu mente ahorita. Sino que abrir una nueva visión hacia la misma partiendo de una frase que escuché en una de las simpáticas conversaciones ya mencionadas: “Morimos dos veces”.
¡¿Cómo que morimos dos veces?! ¿No es suficiente con una? Así es, morimos dos veces: la primera es cuando dejamos de existir físicamente y la segunda cuando se olvidan de nosotros. Por ejemplo, Platón y Aristóteles no sobrevivieron hasta el día de hoy –un poco obvio sabiendo que tendrían 2500 años-, sin embargo sus ideas sí persisten en la mente de muchas personas. Es tal el caso que hasta los comentamos en las clases. Entonces, que no existan en estado tangible provoca una primera muerte, pero como sus ideas permanecen ¿ya murieron por segunda vez?
El caso de haber muerto una primera vez pero no una segunda, no es exclusivo de esos pensadores. ¿Qué se puede decir de Tolstoi cada vez que alguien lo lee? ¿De las obras de Rembrandt cada vez que alguien las ve? ¿O de cada vez que ponemos en nuestra boca lo que un difunto en su momento pronunció? Creo que sería grosero decir que estas personas –como muchas otras- ya fallecieron si las seguimos comentando. Su intención justamente era esa, no morir (del todo).
En conclusión, todos alcanzaremos la primera muerte y esto es un gran motor para hacer algo de nuestras vidas, pero sólo aquellos con un gran deseo de trascender (o con un buen publicista) jamás se van a ir de este planeta mientras el pensamiento del hombre le atribuya existencia.
La trascendencia probablemente ha quitado el sueño a muchas personas. Al grado de trazar caminos determinados que se proponen como un algoritmo. Me parece curiosa la forma en la que vez este acto natural como la muerte. Morir dos veces. Quizá sea lo único a lo que estamos destinados. Muy bien Carlos, tienes 10.
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