La escuela de Atenas

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domingo, 10 de noviembre de 2013

Sobre ‘El Banquete’ y otra alternativa


‘El Banquete’ es considerado una de las obras maestras de Platón en donde difícilmente se distinguen los aspectos literarios y los argumentos filosóficos, creando una prosa casi perfecta. Es un diálogo sin mayor complicación que presenta a varios personajes haciendo un elogio a Eros, dios del amor, cada uno desde su propio enfoque.[1]

En el diálogo, Sócrates es el que se queda con la última palabra, por así decirlo ya que es el último que da un discurso acerca de Eros y el amor. Al quedarse con esta última palabra, da la impresión de ser el discurso con el cual Platón está en acuerdo, o bien, con la que uno como lector se queda más. Sin embargo, al acabarlo, parece un poco obvio un discurso alternativo con una argumentación que va más hacia lo que decía Agatón sobre Eros siendo el Dios más bello y bondadoso, desmintiendo lo que Sócrates expone e incluso rebajándolo.[2]  

Sócrates sostiene que las ideas expuestas por Agatón eran contradictorias. Si se entiende al amor como tal que se tiene por algo que no se posee, y el amor es el amor de la belleza, entonces el amor no puede ser bello, y si lo bello es lo bueno, tampoco puede ser bueno, luego entonces si Eros es la representación del amor, Eros no es ni bello ni bueno. Continuando por esta línea lógica, si los dioses deben ser buenos y bellos, Eros no podía ser un dios, se rebaja de los dioses y se convierte en un démon. Ni bello ni feo, ni bueno ni malo, ni sabio ni ignorante.  

¿Cuál es la alternativa, entonces? Eros puede poseer aquello que concede. Como amor, concede de su naturaleza. Entonces uno se debe preguntar, ¿puede conceder un bien aquel que no es bueno?, ¿se puede propiciar justicia si no es uno mismo justo? Eros concede belleza y bondad, y esto no lo podría hacer si careciera de belleza y bondad él mismo. Eros no es amante de estas cualidades por no tenerlas, sino por concederlas, y aún más están en él, como la sabiduría en un sabio y la justicia en un justo.

Si se decía que los dioses eran lo más bello que hay, y el amor es la muestra a lo bello, entonces se dice que los dioses deben amar. Por tanto, si los dioses aman lo bello, lo que expone Sócrates podía ser considerado hasta cierto punto blasfemo, convirtiendo a todos los dioses en demónicos.

Considerando todo lo anterior, debe haber una alternativa de amor que no sea tal por carencia. Aquí entra lo que mencioné como obvio algunos párrafos atrás, el amor por semejanza. Podemos amar a aquello que nos es semejante.[3] Así no debe haber carencia, pues aquello que se carece puede ser entendido como una necesidad, y el amor por necesidad cae en la conveniencia y en la esclavitud. Por lo último es por lo que el argumento de amor por semejanza puede incluso rebajar a Sócrates a ser víctima de cierto tipo de esclavitud.

En lo último se entiende que por naturaleza de los dioses que participan en el amor por semejanza; bellos y buenos ellos mismos y aun así amantes de la belleza y bondad. En tanto a los hombres mortales e inferiores, son aquellos que aman estas cualidades por no poseerlas, convirtiéndolos meramente en esclavos.

Es una alternativa que, en nuestra época, parece fácil. Con este ensayo no pretendo decir que es mi opinión, la cual no tuvo importancia para el desarrollo de la argumentación alternativa a lo dicho por Sócrates en ‘El Banquete’, de hecho podría decir que, por mis propias matices y visiones, estoy más de acuerdo con el amor por carencia, aquel que cae en esclavitud. Sin embargo, el amor por semejanza me fue algo importante de recalcar y desarrollar ya que no es mencionado en el diálogo.




[1] Erixímaco desde la medicina, Aristófanes desde  la poesía, Sócrates desde la filosofía.
[2] Esta concepción de obviedad está manchada por mi contexto, ya marcado por una filosofía aristotélica, y Platón probablemente no pensó en la alternativa por la misma cuestión.
[3] No debe ser confundido con el narcisismo ya que no es un amor por imagen ni vanidoso, sino por cualidades mismas; por bondad y belleza. 


Bibliografías
Platón. Diálogos III. El Banquete. Trad. M. Martinez Hernandez. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 2008.

2 comentarios:

  1. Recuerda que el demon/daimon, etc., no tiene conotaciones cristianas y por tanto, ver a un dios así no sería contradictorio sino sería darle otros estatutos. Tu ensayo me parece muy interesante y rico, qué bien que has ido al texto original y le has sacado cosas nuevas.
    El amor por carencia-esclavitud siempre suena a controversia. Como tú, desde mi perspectiva esto me parece que e slo que nuestra época entiende como amor. El amor surge frente a mis propias carencias y a mi incapacidad por lidiar con ellas, entonces necesito al otro, al gran Otro que es distinto a mí y por ello, lo odio y lo amo, porque lo necesito pero no lo soporto. Qué paradójico es esto.
    Muy bien Natalia. Y gracias por sacarme del error sobre el mito del amor platónico. Tienes 10.

    (como detalle, en tus ensayo es mejor no utilizar "luego entonces" porque es redundante, puede ocupar sólo uno)

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    1. Con "convirtiendo a todos los dioses en demónicos", me refiero a que estría hablando de que ningún dios es realmente dios.
      En El Banquete al hablar del demon, habla de un ser a la mitad (entre dioses y humanos). Por lo tanto, si Sócrates dice que Eros no es dios, pero tampoco es humano, es demon, estaría diciendo lo mismo por todos los dioses. Todos deben amar ya que amar es considerado lo más bello, y deben amar lo bello y bueno, si todos aman por carencia, ninguno es bello o bueno; entonces ninguno es dios. Aunque se deje de lado el concepto de que sean demónicos o no (y por demónicos refiriéndonos a aquellos seres entre dios y humano), está cambiando el estatuto de los dioses a uno más bajo.
      Lo que sería contradictorio es decir que todos los dioses aman y que además son bellos, que es lo que estaría postulando el Sócrates Platónico.

      ¡Gracias por la corrección del "luego entonces"! No me había fijado.

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