La escuela de Atenas

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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Yo vs. Superyó

Sigmund Freud intentó explicar el funcionamiento psíquico humano mediante un aparato compuesto por tres elementos: el Ello, el Yo y el Superyó. El Ello es la parte inconsciente e innata del ser humano que busca satisfacer sus impulsos primitivos (sed, hambre, sexo, agresión); el Superyó contrarresta al Ello, por lo que representa las ideas morales y éticas que recibimos de nuestra cultura, dando resultado a la conciencia moral (autoevaluación, crítica, negación) y al ideal del yo (autoimagen que sigue las conductas aprobadas). La última parte, el Yo, se encarga de cumplir las demandas del Ello en el entorno del individuo, mientras que complace las exigencias del Superyó.

Todo lo anterior se puede reducir a los famosos angelito y diablito que cada uno tiene en cada hombro; al final la decisión es tomada por la persona mediante las influencias de cada "bando". En muchos casos es fácil lograr el equilibrio, pero en muchos otros, uno está muy lejos de lograrlo, aunque todo depende de la persona.

A lo que se me refiere, encuentro muy difícil alcanzar el equilibro en muchas ocasiones, y todavía más últimamente, aunque por suerte a veces la logro. Algunas veces me he puesto a pensar el por qué de lo anterior, aunque con pocos resultados. Uno de ellos, y con alta probabilidad de serlo, es el que tengo la tendencia e ilusión de que mi Yo logre ser mi Superyó. Lo anterior es algo imposible, ya que alcanzar la perfección es algo totalmente platónico y además me quedaría sin mi Superyó.

Yendo más a fondo, el apenas cuestionar ante mis propias y fuertes exigencias me permitió observar que tienen como como causa principal el cumplir con todos los valores que se me han enseñado desde mi nacimiento. Desde la responsabilidad y honestidad, pasando por el servicio social y la congruencia, hasta llegar a la crítica y comprensión. Al final, después de cuestionarme casi incontable veces el por qué es que tengo que cumplir con todo lo que me pido a mi mismo, acabo siempre con la misma respuesta: ser una muy buena persona en todos los ámbitos, y en lo posible, ser mejor con cada día.

Este pensamiento lo tengo metido desde hace mucho tiempo sin saber bien de donde lo obtuve. Considero que no es algo incorrecto ni algo correcto, sino una gran parte de mi mismo, especialmente es mi Superyó que me dice qué cosas tengo que hacer y cómo. Estoy completamente seguro que la mayoría de las cosas que hago están bien, pero lo que ya se que no está bien es como es que las hago.

A partir de ahora me comprometo a controlar mucho más las exigencias de mi Superyó dentro de mi vida cotidiana.

Fausto Villagómez 6°B

5 comentarios:

  1. Fausto,

    Me puedo relacionar mucho con lo que acabas de escribir. Creo que hay ocaciones en las que tenemos tan clara la imagen de la persona que queremos ser que nos cuesta trabajo aceptarnos como somos. Es algo en lo que también yo batallo. Segun Freud también, una persona es mas segura y alcanza un mejor balance emocional cuando su Yo y su Superyó son similares. Aunque no me gusta el psicoanálisis, en esta ocación estoy de acuerdo con Freud.
    No hay nada de malo con exigirnos y tratar de ser siempre mejores, pero ser mejores muchas veces significa aceptar nuestras imperfecciones.
    En cuanto a congruencia y honestidad Fausto, no creo que tu Yo y tu Superyó puedan ser muy diferentes.

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  2. Le das a un punto interesante Fausto, el equilibrio o lo que podamos entender como tal. Sin lugar a dudas es un paso muy complicado pero quizá permite vivir instalado en cierta tranquilidad. Otorgar existencia a las dos partes, al final, es estabilidad. Tienes 10 y suerte con la labor.

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  3. Fausto, no podria estar mas deacuerdo contigo en lo que escribiste en este ensayo. Creo yo que el hombre muchas veces se plantea estas ideas o roles a seguir de "superyo", pero siendo seres tan complejos esta tendencia nos causa problemas existenciales, perdiendo así muchas veces la noción de quienes somos en realidad, y a donde queremos llegar. Para mi un "superyo" seria bien, el que utiliza la autocrítica, como ya lo habías mencionado, pero en una connotación de no perder la identidad, y menos por ideales o corazonadas externas, que puedan ser muy distintas a lo que en verdad queremos ser.

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  4. Fausto considero muy interesante la manera en la que abordas tu ensayo. En efecto las personas tenemos ciertos principios morales y éticos que nos autorigen y forman parte de nosotros mismos. Lo importante aquí seria reconocer que los humanos somos imperfectos pero que aún así nos esforzamos por ser mejores personas cada día. Es una ardúa labor pero se que si cada persona se lo propone la humanidad llegará a progresar.

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  5. Fausto, me gustó el tema que elegiste y cómo te identificaste con el. Me parece que tienes razón cuando dices que hemos crecido y nos hemosa día. ido formando con diferentes principios morales que nos hacen ser las personas que somos hoy en día. Es muy cierto que es imposible alcanzar la perfección en todos los sentidos pero que siempre hay que intentar ser una mejor persona cada día.

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